miércoles, abril 26, 2006

EL VIAJE COMO PRETEXTO DE ESCAPE

Esto es algo que me pareció interesante compartir.

Hay diferentes viajes: el del descubrimiento, el del inmigrante y el viaje hacia nuestro interior. El viaje es en sí mismo un pretexto de escape, lo que cabe preguntarnos es por qué sentimos esas ansias incontrolables de viajar, de conocer lo que desconocemos, de huir… en función de qué el viajero elige su destino y a qué se debe que generalmente sean los jóvenes los que se lanzan a la aventura.

“El viaje nos convierte en seres libres, hace posible que nos veamos detenidos en el espejo del tiempo, mientras el mundo corre a nuestro lado”. Javier Reverte, escritor español.

Todos buscamos algún paliativo que nos haga olvidar, por un instante siquiera, la abrumadora vida cotidiana. Sin duda, viajar es una de las mejores salidas justo en el momento cuando estamos al borde del colapso. El escritor inglés Graham Greene decía “...viajar permite huir de la rutina diaria, del miedo al futuro”. Es justamente esa oportunidad de escape lo que hace la vida más llevadera e impide entregarse a la desesperación.
Ello explica el por qué los adolescentes y jóvenes no desperdician cualquier oportunidad para viajar. El lugar muchas veces pasa a un segundo plano. Lo principal es liberarse del tedio amenazador.

El viaje del descubrimiento

No todos los viajes son una salida desesperada. También hay quienes parten motivados por conocer nuevas geografías y culturas, escabullirse en calles desconocidas y pintorescas; entablar conversación con personajes que ven el mundo de una forma distinta a la nuestra; o tal vez quedar conmovidos por algún paisaje acogedor.
El viaje ideal sería aquel que nos libre de lo cotidiano para enfrentarnos a la infinita experiencia de conocer otras realidades. Es que el viaje es una herramienta muy útil, que nos abre los ojos a un mundo mucho más amplio y complejo de lo que pensamos, donde todos nuestros temores quedan sin fundamento y nos hace más tolerantes con otros seres humanos.

Partida sin retorno

Definamos términos. Un emigrante es aquel que parte sin la perspectiva de retorno. Es el que viaja impulsado por la búsqueda de oportunidades. Este personaje tiende a la añoranza por su pueblo y le cuesta adaptarse a una nueva realidad.
El turista viaja siempre con un rumbo y tiempo establecido. Ya sabe de antemano lo que encontrará al llegar. En cambio, el viajero no tiene una ruta específica. Su destino puede cambiar de un momento a otro. Siempre está dispuesto a experiencias inesperadas. Aunque tarde o temprano siempre regresa a algún sitio.
Pero ¿todo viajero tiene la voluntad de retornar? Todos vuelven, pero no siempre. Existen viajes en que el regreso es imposible. Kafka dijo en algún momento de su vida: “Existe un punto tan distante entre el lugar de partida, que una vez alcanzado es más fácil seguir adelante que intentar un regreso”.

Viaje al interior

Un viaje sin retorno puede darse por la falta de una ruta como por la desalentadora ausencia de un camino interior, esa búsqueda del alma que nos conduce a quién sabe dónde. Y es que cuando el viajero parte para encontrarse a sí mismo, esa búsqueda logra cambiarlo al punto que la posibilidad de regresar se hace cada vez más lejana.
Un viaje puede ser algo más que una vuelta en u, donde todos retornan al mismo punto. También se puede transformar en una vía donde hay curvas, desvíos, laberintos, agujeros o en el motivo de una fuga con señales de libertad.

Fernando Vilchez Santisteban
Periodista especializado en viajes
fernando@trochaverde.org

domingo, abril 16, 2006

QUÉ ES SER UN VIAJERO

Muchos se preguntan qué lleva a tanta gente dejar sus vidas, al parecer cotidianas y monótonas, a la que están aparentemente acostumbrados a vivir día a día, y largarse a recorrer el mundo. O simplemente, aunque sean un par de semanas para luego volver, tomar un día la mochila y partir sin rumbo fijo a algún destino en el planeta sin saber necesariamente qué recorrerá ni cómo lo hará.

Eso es exactamente ser un viajero, una persona, no importa la edad o sexo, que parte porque quiere ver más allá, empaparse de la cultura de algún otro pueblo, saber cuáles son sus costumbres, cómo han logrado sobrevivir durante toda su existencia y qué los ha llevado a ser como son, etc.; o contemplar la majestuosidad de algún glaciar, imponentes cadenas montañosas, el azul profundo de los mares, y un sin fin de cosas más, pero siempre con mucho respeto a la naturaleza.

Lo que nos diferencia con un turista, es que a ellos realmente no les importa si ir a Sydney en Australia o a Lucerna en Suiza o a alguna otra ciudad en Asia, etc., viajan porque alguien les dijo que era bonito tal parte, o es un lugar que está de moda. Ojo que no es una crítica, con el sólo hecho de dejar la rutina y pensar en viajar a algún lado, aunque sea como turista, ya es algo que vale la pena rescatar.

Pero la esencia del viajero es otra, las que nos mueve a descubrir el mundo, informándonos del lugar que visitamos e intentando no dejar que se nos escapen los detalles que muchas veces, en nuestras agitadas vidas, dejamos pasar como si no existieran.

sábado, abril 08, 2006

ITALIA: TIERRA DE HISTORIA Y PASIÓN

A fines de enero pasado(2005) y comienzos de febrero(2005) realizé un viaje, junto a dos amigos, por Italia. Como contábamos con un par de semanas decidimos visitar tres ciudades imperdibles: Roma, Florencia y Venecia.

Antes de llegar a Roma, yo me la imaginaba una ciudad imponente, grandiosa. Éstas espectativas se convirtieron en realidad, en parte.
El coliseo, el Foro Romano, el Vaticano, la Plaza San Pedro y las innumerables iglesias, las bellísimas piazzas, museos, las catacumbas a las afueras de Roma, etc..
Es en definitiva una ciudad llena de historia, que si lo sabes apreciar, y conoces un poco qué significa tanta historia para la humanidad, concentrada en una ciudad, no te va a dejar de sorprender y sentirte pequeño ante tanta majestuosidad. Al ser una ciudad caminable practicamente en su totalidad, te permite desplazarte de un lugar a otro sin perder ningún detalle y sentirla aún mas.
¿Y por qué digo en parte? creo que dejando de lado las ruinas y los monumentos que allí se encuentran, el resto de la ciudad no tenía gran atractivo, y la gente, quizá por vivir en una capital, como la mayoría en el mundo, agitada, no fue muy amable con nosotros, aunque hubo gente que sí por su puesto. Un español nos comentaba que ya había escuchado quejas de latinoaméricanos por la misma razón y nos decía que quizá fue así porque eramos latinos, ya que a ellos, los europeos en general y de otros continentes, recibían muy buen trato.
Pero este punto amargo del viaje fue endulzado y olvidado por todo lo otro que Roma nos ofreció.

De Roma nos dirijimos a Florencia. Este trayecto lo realizamos en tren.
Florencia, considerada la más bella del mundo, no deja de sorprender por su arquitectura, techos de color rojizo, calles estrechas, palacios como el Palacio Vecchio y el Palacio Pitti, la Catedral, el Campanile Di Giotto(donde tienes un vista espectacular de Florencia desde las alturas), sus mercados, y los puentes.
Aquí se encuentra la historia de la familia Medici, obras importantísimas de Miguel Ángel, como el David, galerías con las obras más importantes de Botticelli, el Puente Vecchio(único no destruido por los nazis en Florencia) y muchísimo más.
Florencia es otra ciudad que se puede caminar completamente para apreciarla lo más posible, y un destino que no se pueden perder.

Finalmente llegamos a Venecia, a mi gusto la ciudad más bella de las tres que visité.
Navegar por los canales en los llamados Ferrys es algo muy recomendable, especialmente si acabas de llegar a la ciudad. La última parada de uno de éstos es la Plaza San Marcos, donde se encuentra la Basílica de San Marcos, decorada en su interior con miles de piezas para formar finalmente un gran mozaico en todas sus paredes. También se puede encontrar un antiquísimo reloj. Junto a la Basílica se encuentra una Torre, que en alguna época pasada se derrumbó repentinamente, sin previo avizo, pero fue reconstruida y ahora se encuentra nuevamente en pie para que todos podamos observarla. Otra curiosidad en esta plaza es la cantidad de palomas que se posan encima tuyo sin ningún temor, y te da la posibilidad de alimentarlas de tu mano.
Aquí no están ausentes los museos y palacios, llenos de historia y arte barroco, romántico, clásico, etc., como en el resto de las ciudades italianas. Entre estas edificaciones se encuentra el Puente de los Suspiros que une El Palacio Ducal de Venecia con la antigua prisión de la Inquisición. Este puente es famoso por ser la última posibilidad de los presos de ver la luz, pues pasando ya el puente, sólo les esperaba oscuridad, frío y la muerte, y ellos lo sabían, por eso suspiraban al mirar hacia afuera cuando pasaban por aquí.
A comienzos de febrero, se lleva a cabo el Carnaval de Venecia, donde miles de personas disfrazadas con máscaras salen a las calles para lucir sus trajes y la ciudad se llena de alegría, fiestas y espectáculos. LLegamos el primer día de este popular carnaval, sin siquiera saberlo. ¿suerte no?
Vale la pena recorrer y perderse por la calles venecianas, es un espectáculo sin igual, y visitar las tiendas y mercados que se encuentran escondidas en ellas.
Murano, una isla cerca de Venecia, es famosa por su arte milenario en vidrio, dónde la técnica de fabricación ha sido y fue en particular en el pasado muy celosamente guardado. Aquí encontrarás todo tipo de figuras y demostraciones de como se crea cada pieza. Indudablemente otro lugar imperdible.

Todos los trayectos los hicimos en tren, algo muy recomendable porque aprecias la geografía del país, asique si tienes tiempo, no cuentas con mucho dinero para viajar en avión y te gusta mirar y conocer, hazlo de ésta forma.

miércoles, abril 05, 2006

LEYENDA

Quisiera compartir con ustedes una leyenda sobre la necesidad de viajar del ser humano. Personalmente no creo que estemos destinados ya a algo desde el momento que nacimos, pero sí que estamos buscando constantemente la mejor forma de vivir, y que para muchos, es viajando.


"Antes de nacer, tenemos destinados un lugar... un sitio que nos llama irremediablemente, y que constantemente buscamos... de ahí el ansia de viajar del ser humano... de poder encontrar aquel lugar, dónde por fin, estará del todo a gusto..."

lunes, abril 03, 2006

TORRES DEL PAINE: BELLO ENCUENTRO CON LA NATURALEZA



Partimos, un amigo y yo, rumbo a Punta Arenas desde Santiago, pudiendo observar desde el aire la belleza geográfica de Chile, a mano izquierda la Cordillera de los Andes, y a mano derecha el Océano Pacífico. Tuve la suerte de poder apreciar igualmente, gracias a que las nubes me lo permitieron, una pequeña parte del Campo de Hielo Sur, que reconocí como la que en unos pocos días vería mucho más de cerca.

Una vez en Punta Arenas, compramos los pasajes que nos llevaría a Puerto Natales, último destino antes de ingresar finalmente al Parque Nacional Torres del Paine.

A la mañana siguiente, nos dirigimos al parque, con la esperanza que el día nos acompañara para poder observar las Torres del Paine, enteras, sin la neblina usual del lugar.

Llegamos al camping, armamos nuestra carpa, y comenzamos a caminar hacia el mirador de las Torres, con nuestras pesadas mochilas en la espalda; error que cometimos ya que el desgaste físico para ser el primer día fue inmenso, cosa que remediamos en los próximos trayectos, de ida y vuelta en el día, al darnos cuenta que era seguro dejarlas dentro de las carpas.
Una vez arriba, la vista es maravillosa, la disfruté por unos 40 minutos, hipnotizaba. Además, el vuelo de siete Cóndor, lo hacía aún mejor. Lamentablemente mi compañero no pudo llegar.

Al día siguiente, ordenamos nuestras cosas, y nos dirigimos al próximo camping donde pasaríamos la noche, a los pies de los Cuernos del Paine. Fue un trayecto difícil, de mucha lluvia y fuertísimos vientos, que habría botado a cualquier descuidado. Pero fue precioso pasar por bosques, ríos, caminar a orillas del gran Lago Nordenskjöld, observar la flora y fauna del lugar.

Siguiendo por los senderos, llegamos al Campamento Italiano, puerta de entrada para subir al Valle del Francés, además de gratuito, gran alivio para nuestros bolsillos, cosa que aprovechamos quedándonos 2 noches.
Subiendo por el Valle del Francés, se puede apreciar el Glaciar del Francés, donde vi como se desprendía parte del mismo en dos ocasiones, produciendo cada vez un gran trueno. Ya en la cima, te encuentras prácticamente rodeado de formaciones rocosas, como por los mismo Cuernos, o la parte trasera de la montaña en que descansa el Glaciar del Francés, entre otras muchas.

Del Campamento Italiano caminamos directamente hacia el Camping Paine Grande(ex Pehoé) para continuar en el mismo día hacia el Camping Grey, a orillas del Lago Grey, con un fuerte viento en contra. Este recorrido fue particularmente especial porque a medio camino ya se puede apreciar los témpanos de hielo en el lago, y tuve la suerte de toparme con un pájaro carpintero cavando un árbol, cosa rara en ese camino según me comentaba un guarda parque luego.
Desde el Camping Grey fuimos por el día, a ver más de cerca el Glaciar Grey, parte del Campo de Hielo Sur. Una vez a unos pocos metros del glaciar, es simplemente espectacular. Ver la maza de hielo frente a ti que se extiende hasta que lo pierdes de vista, al menos a mí me dejó sin habla. Todo lo que tenga que ver con cerros, montañas, hielos milenarios, y cosas por el estilo me emociona.
Ya de vuelta en el camping, y luego de haber comido, se escucha un gran estruendo, recién estaba oscureciendo, era la 10:30 de la noche quizá, pero la luz no era suficiente para ver que es lo que había pasado, aunque los que nos encontrábamos ahí lo suponíamos, una parte del glaciar se había desprendido. A la mañana siguiente, el lago estaba repleto de témpanos, entre grandes y pequeños. Como aún todos dormían, decidí
ir a un mirador a una media hora de distancia, para ver como había quedado todo, y me encuentro con la sorpresa de una gran pedazo de hielo flotando, el producto del gran sonido la noche anterior.

Después de este bello espectáculo, bajamos nuevamente al Camping Paine Grande y pasar una noche allí.

Al día siguiente tomábamos el camino ya de vuelta, en dirección a la administración del parque, para tomar el bus que nos llevaría nuevamente a Puerto Natales. A medio camino topamos con un campamento, gratuito, y como nos iba a sobrar mucho tiempo en Puerto Natales y Punta Arenas, decidimos pasar 2 noches ahí y aprovechar de recorrer al día siguiente el lugar. Creo que fue una buena decisión.

Tuvimos tiempo también para conocer bien Puerto Natales y Punta Arenas, pueblo y ciudad respectivamente, que tienen mucho que mostrar a sus visitantes, entre esas cosas algo que me sorprendió mucho y a la vez agradó, que saben de dónde vienen, quienes son sus antepasados, los pueblos originarios del lugar, y se sienten orgullosos de eso, y les rinden homenaje dedicándoles museos, plazas, calles e incluso avenidas completas.

Y así finaliza nuestra estadía en el Parque Nacional Torres del Paine y Patagonia chilena, un lugar al que hay que ir al menos una vez en la vida y donde seguro yo volveré.


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