jueves, junio 15, 2006

PARIS-BERCY: LA ESTACIÓN QUE ME HIZO VALORAR LO QUE VENDRÍA


Recuerdo, luego del término de Viaje de Estudios que nos llevó por España y Francia, cuando junto a una amiga y un amigo, viajamos a Roma desde París.

El tren partía de Paris-Bercy a las 19:09 hrs. de ese día 21 de Enero de 2005. Como debíamos dejar el albergue antes de cierta hora en la mañana, llegamos los tres cerca de las 11:30 hrs. Jamás olvidaré como una de las tantas puertas de entrada a la estación se habría de golpe a causa del viento y a través de ella salía una bolsa dando vueltas por los aires. En ese momento me di cuenta cuán pequeña y desierta era la estación y las horas de espera que nos quedaban por adelante.

Contrario a nuestros deseos, en ella no había ningún lugar donde dejar el equipaje, ni ningún tipo de entretención, más que nosotros mismos. Ni siquiera se encontraban los que atendían en los mesones. Fuimos a una estación cercana, la Gare de Lyon, para ver la posibilidad de dejar las mochilas y bolsos en algún casillero y poder así matar el tiempo dando algunas últimas vueltas por París. ¡Y había! Pero el precio único eran 30€ por cada uno, suma que no estábamos dispuestos a pagar de ningún modo.

Y así fue como debimos pasar ocho largas horas cuidando nuestro equipaje en la estación Paris-Bercy, leyendo, riendo, durmiendo en las incómodas sillas, turnándonos para ir a comprar almuerzo, o simplemente, haciendo nada.

En esas horas deseábamos con ganas haber realizado el viaje por aire, tal cual como varios de nuestros compañeros habían hecho al partir cada uno hacia diferentes países europeos.

Recién a las 16 hrs. se produjo algo más de movimiento, cuando era la hora de llegada del primer tren del día para su posterior salida. A partir de ese momento no estábamos más solos. A pesar que luego de unos minutos, la estación volvió a quedar vacía, al menos contábamos con la presencia de los que atendían en el mesón y otro caballero, que llegó cerca de la una de la tarde, para tomar el mismo tren que nosotros.

A las 18 hrs., nuevamente el lugar se llena de viajeros, gente iba y venía para tomar o dejar el tren estacionado, y nosotros aún ahí, pasivos espectadores, a la espera de nuestro turno.

Y finalmente llegó. Tal cual como decía el ticket, a las 19:09 hrs. en punto, el tren comenzó a marchar rumbo a Roma, Italia. Previendo ya las quince horas de agotador viaje, nos alentaba el hecho de saber que al menos nos encontrábamos en camino.

A pesar que ya tenía cierta experiencia en trenes anterior a ésta, tanto en Chile como en Europa, pero en otro tipo de situaciónes, este recorrido fue realmente excepcional. Sentir el ruido que hacían las ruedas al rozar los rieles metálicos, ese movimiento tan único que poseen los trenes, mirar por la ventana y ver pequeños pueblos iluminados, a kilómetros de distancia de grandes ciudades, pasar de estación en estación y observar a la gente tan abrigada a causa del frío, para finalmente acostarte y dormirse junto a todas esas sensaciones que se repiten una y otra vez incesablemente, y despertar al día siguiente cuando el tren aún se encuentra en movimiento pero ya cerca del tan esperado destino.

Y seguir viajando luego, de Roma a Florencia, de Florencia a Venecia, de Venecia a Zürich y de Zürich a París nuevamente para comenzar el retorno a mi querido país.

El tramo que cobró mayor significado fue el de Venecia a Zürich, no sólo por el hecho de haber recorrido el corazón de los Alpes Suizos y haber observado tanta majestuosidad, sino porque ahí me di cuenta finalmente que ya no deseaba haber hecho la ruta por aire, como tanto anhelábamos en un principio, sino que agradecía haber ahorrado esos euros y haber tenido que esperar ocho horas en una estación de tren, porque lo que recibí a cambio fue un espectáculo de paisajes diversos y maravillosos, y la esencia de los pueblos característicos de cada zona geográfica de los países recorridos. Pude sentir como nunca que me encontraba en Europa por segunda vez.

Realmente fue algo único, por lo que estoy dispuesto a esperar nuevamente ocho horas en alguna otra estación del mundo para viajar en tan legendario medio de transporte como es el tren, para que me lleve por los parajes que sólo él sabe recorrer.

jueves, junio 01, 2006

VALDIVIA: LA PERLA DE LOS RÍOS


Un poco de mi ciudad natal, nombrada La Perla del Sur y declarada mundialmente La ciudad más linda de Chile, para que la visiten, completamente recomendable, y al menos para mi, trae muy bellos recuerdos.

Poco conocida por los turistas, Valdivia es una de las ciudades más encantadoras de Chile. Es una ciudad para aquel viajero que busca lugares curiosos llenos de historia, de anécdotas y de leyendas, para aquellos que algún día soñaron con ser piratas o capitanes de un galeón español.

Esta bella ciudad, en medio de un paisaje exuberante de canales y bosques lluviosos, ofrece al turista la posibilidad de volver a ser niño, de soñar con disparar cañones y levar anclas en un viaje de ensueño al pasado.

Ubicación

Hoy, a pesar de los cambios producidos por el progreso y los desastres naturales, Valdivia mantiene un interesante balance entre naturaleza y desarrollo humano que le convierten en un paraje de características únicas en Chile.

La ciudad se ubica a 15 kilómetros del mar y se comunica con éste a través del río que lleva el mismo nombre. El río, que se forma de la confluencia de los ríos Calle-Calle y Cruces, posee numerosas islas de variados tamaños, entre las que destacan, la Isla Teja, frente al centro de la ciudad, la Isla del Rey, ubicada al sur del Río Valdivia, y la isla San Fernando. El río desemboca en el mar en una bahía de cerca de 4 kilómetros de ancho y de 6 kilómetros hacia el interior, con la Isla Mancera que protegiendo la bahía.

La salida es intrincada, llena de ensenadas y múltiples desembocaduras. A esto se suma que el río Valdivia hace un giro en forma de "U" en su camino al mar, por lo que la ciudad no está directamente expuesta a éste. Estas características le convirtieron en el pasado en un lugar de mucha importancia estratégica. Hoy, Valdivia es una ciudad comercial e industrial, famosa por su excelente cerveza de artesanía alemana, por su universidad, por sus actividades culturales y por la Semana Valdiviana, fecha en la que se realiza un carnaval de barcos alegóricos.

Orígenes de Valdivia

La ciudad de Valdivia fue fundada por don Pedro de Valdivia, Conquistador de Chile, en el verano de 1552 en su actual emplazamiento que domina los ríos Calle y las Cruces. Fue la segunda ciudad en importancia en Chile. Fue evacuada y destruida durante el alzamiento general mapuche de 1599.

En 1600 el pirata holandés Sebastian de Cordes la ocupó y posteriormente lo hizo Elías Erckmans quien intento instalar una base holandesa en el Pacífico pero tuvo que abandonar su aventura debido a la falta de colaboración por parte de los mapuches.

Luego de estos eventos la Corona Española decide fortificar las defensas de la ciudad. El Reyno de Chile estaba bajo el control del Virreinato del Perú y su virrey quien ordena refundar y fortificar Valdivia en 1645. Entonces se construyó una muralla alrededor de la ciudad y además se instalaron fuertes en Corral, Niebla y Mancera, así como también se fortificaron otras posiciones menores de apoyo.

Curiosamente, pese a los cientos de años de preparación para la guerra, los fuertes de Valdivia tuvieron parte en una sola acción bélica de importancia. Y la perdieron. Durante la guerra de la Independencia de Chile, Valdivia y Chiloé pasaron a depender de Lima. En 1820 Lord Cochrane, logró apoderarse del castillo de Corral en un sorpresivo ataque nocturno desde morro Gonzalo, en el extremo sur de la bahía, venciendo todas las posiciones hispanas, logrando callar todo el sistema defensivo y forzando la rendición española.

Desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX, Valdivia recibió fuertes contingentes de inmigrantes alemanes quienes ayudaron al desarrollo de su industria, en especial las de cecinas y cervecerías, influyendo además en las costumbres, tradiciones y cocina locales.

Valdivia se convirtió en esa época en una de las ciudades más pujantes de Chile hasta que el 22 de mayo de 1960 un poderoso terremoto, quizás el más grande registrado el planeta, produjo una ola que arrasó con la ciudad. Pero Valdivia renació y hoy es una de las ciudades más atractivas de Chile.

Gentes de Valdivia: Mapuches, Españoles, Alemanes.

Durante miles de años, el hombre americano ocupó las tierras de la región de lagos y volcanes donde está Valdivia. De la mezcla entre el pueblo mapuche, originario de la zona, y los conquistadores españoles, sumado a las migraciones europeas, surgió el pueblo Chileno, independiente desde principios del siglo XIX.

Si bien la mayoría de los Chilenos son de raíz hispánica, Valdivia y otras ciudades de la zona se caracterizan por la presencia de descendientes de los inmigrantes alemanes que se establecieron en el área desde la segunda mitad del siglo XIX. Allí, a fuerza de duro trabajo, se enriquecieron y aportaron sus costumbres y tradiciones a la ciudad.

Su presencia en la región de Los Lagos se advierte en la arquitectura, en la cocina y en costumbres, tales como la cervecera. De hecho, la cerveza valdiviana, que hoy se produce bajo nombres alemanes, es de tan alta calidad que se exporta incluso a la propia Alemania.

Visitando Valdivia

Quizás una de las más entretenidas y mejores formas de conocer el pasado de Valdivia, es abordando alguno de los barcos fluviales que hacen un recorrido completo entre los canales de Valdivia hasta los fuertes de Corral, Mancera y Niebla. El viaje completo toma cerca de seis horas, se puede almorzar a bordo y efectuar caminatas en cada una de las paradas en las fortalezas.

El viaje permite, poco salir del embarcadero fluvial, admirar una vegetación y fauna plena de aves de río tales como cormoranes, patos y otras especies más exóticas. También se pueden ver los famosos cisnes de cuello negro nadando plácidamente entre totorales.

También se pueden encontrar restos de embarcaciones hundidas durante el maremoto de 1960. Los barcos son de tamaño nada despreciable lo cual da una idea del cataclismo que los destruyó. Más allá se observan los transbordadores que llevan autos desde niebla a corral.

En los fuertes, llaman la atención las baterías e historias contadas por los guías. En Niebla hay un Museo donde se puede conocer la vida de los ejércitos españoles de la época. En Corral, gente local representan las batallas de los ejércitos españoles, con disparos de salva y todo. En Mancera se puede visitar los calabozos donde se dejaban los presos, lugar realmente tenebroso que recoge el espíritu del visitante sensible.

Si todavía de queda una gota de energía, pues el tour es realmente agotador, se puede continuar conociendo la ciudad de Valdivia, que en sí misma tiene los atractivos de una ciudad fluvial única en esta región del planeta. También pueden disfrutarse sus playas entre el río y el mar.

Cerca de Valdivia se pueden visitar lagos y volcanes. En resumen, un lugar precioso para disfrutar unas vacaciones diferentes.
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